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“Vuela tan alto como puedas.  Sin olvidar de dónde vienes”

Dentro del inmenso misticismo que envuelve a las tradiciones de México, las danzas son quizás una de las demostraciones que más admiración causan, debido en gran parte al misterio, la belleza, la indumentaria y el colorido que las enmarca. Los Voladores de Papantla no son la excepción.

Durante mis viajes a México; a Veracruz “Cumbre de Tajín” y en otro viaje a Puerto Vallarta tuve la oportunidad de apreciar esta maravillosa danza de Los Hombres Pájaros.

Volar, el sueño de todos los mortales; es la realidad milenaria para los danzantes Totonacos de Papantla, pequeño pueblo ubicado al norte del estado de Veracruz, en la costa mexicana del Golfo de México.

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Cada día en el malecón de la ciudad de Puerto Vallarta, se realiza el ritual de los Voladores de Papantla, colorido, espectáculo, peligroso; Pero hay mucho más detrás de este evento, hay siglos de tradición, hay Dioses, y no hay forma de no quedar deslumbrado con  la magia y el misterio, cuando se ve descender  rítmicamente a estos coloridos danzantes del viento.

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Esta costumbre de origen Mesoamericano expresa el respeto hacia la naturaleza y el universo espiritual. En el transcurso de la ceremonia, cuatro Voladores de Papantla trepan por un mástil mientras un volador más permanece sentando en la punta de la plataforma, tocando la música de sus antepasados con instrumentos de madera hechos a mano. La flauta representa el canto de las aves y el tambor la voz de los dioses.

Esta danza es también un símbolo de los cuatro puntos cardinales (la plataforma de cuatro lados y los cuatro voladores). El músico va marcando los cuatro puntos cardinales, comenzando por el oriente, pues es ahí donde se origina la vida.  Después de este acto de invocación, los danzantes se lanzan al vacío desde la plataforma a la que están atados por largas cuerdas, giran imitando el vuelo de los pájaros y van descendiendo hasta el suelo.

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La ceremonia ritual de los Voladores de Papantla es considerada patrimonio cultural inmaterial de la humanidad por la UNESCO, lo que le otorga un gran valor cultural.

10 ¡Obsérvalos volar por los aires!